Desde que llegué a Marruecos, en 2009, he conocido un país en plena evolución, a un ritmo no siempre constante, pero con una voluntad firme de situarse como punta de lanza en África, y por qué no decirlo, recuperar parte del protagonismo que tuvo a inicios del siglo XX, en gran medida aprovechando su posición geográfica estratégica.

Como era de esperar, esta evolución también ha sido visible en nuestro oficio. Los arquitectos y despachos internacionales han empezado a dejar su huella en todo el país. La Marina de Rabat de Norman Foster; el gran teatro de Zaha Hadid, también en la capital; la Torre de 260 apartamentos de Herreros Arquitectos en el antiguo aeropuerto Anfa-Casablanca, los centros comerciales de L35 en Marrakech ... Hay muchos ejemplos que podemos encontrar visitando cualquier página web especializada, como por ejemplo www.amush.org

Pero la arquitectura de firmas fácilmente identificables en Cataluña no es la única destacable. Los arquitectos marroquíes están firmando proyectos muy interesantes, como el recientemente inaugurado Museo Yves Saint Laurent en Marrakech, del estudio KO. Y por la evolución durante los últimos años, hay otros nombres a seguir, como el estudio Kilo Architectures (Oulalou + Choi), con despachos en Casablanca, Los Ángeles y París, la agrupación Groupe3Architectes en Rabat, Imad Ramouni en Marrakech o el joven Younes Diouri en Tánger.

Esta evolución ha llegado también a otras escalas, como el urbanismo y la transformación de las ciudades. Tánger, considerada en los inicios del siglo XX como la ciudad más cosmopolita del Mediterráneo, refugio de artistas y bohemios, ha sufrido un cambio completo los últimos años. El proyecto de reforma de su paseo marítimo ha mejorado enormemente su fachada al mar. Las nuevas avenidas y túneles han descongestionado el tráfico y se preparan para el Tánger del futuro. Sobre estas nuevas avenidas podemos encontrar ya las grandes cadenas hoteleras internacionales en edificios que cambian el skyline de la ciudad a gran velocidad. Una metamorfosis que viene ligada a las nuevas zonas francas, donde las grandes multinacionales han comenzado a deslocalizar su producción, ayudando al crecimiento constante en los últimos años del puerto de Tánger.

Y para aproximar Tánger a la capital económica, Casablanca, los primeros kilómetros de alta velocidad de todo el continente africano unirán las dos ciudades des de este mismo año 2018. Esto permitirá conectar el norte con el aeropuerto de Casablanca, el segundo aeropuerto más importante de África, con conexiones diarias con América, Asia, Europa y el resto del continente. Una vez más fortaleciendo este papel de Marruecos como país necesario para la entrada de las empresas a las oportunidades que ofrece todo el continente.

Un último ejemplo que vale la pena destacar es la voluntad del gobierno para que en Marruecos arraigue la conciencia de la sostenibilidad. Marrakech tomó el relevo de París, y el año 2016 fue la sede de la cumbre mundial por el cambio climático, la COP22. La oportunidad fue aprovechada para renovar el aeropuerto de la capital turística, y para mejorar las principales avenidas de la ciudad.

El próximo paso, por qué no, será la vertebración de todos estos cambios aprovechando la celebración de un evento de primer orden, que situará definitivamente el país en primer plano mundial, y por eso están luchando por la organización del mundial de fútbol 2026.

Juan Francisco Arribas Espinosa, Arquitecto. Corresponsal del COAC en Casablanca, Marruecos. Febrero 2018