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'Clean my window, please'

Revista de Corresponsales: 'Clean my window, please' (Australia)

© Victor O. Alcami

El principio de este artículo comienza con la visita de una empresa de limpieza a unas de las casas del barrio de Chippendale. La secuencia en las imágenes es clara, un empleado colgado en la pared limpia los cristales de una casa. Todo parecería hasta cierto punto normal si no fuese por el contexto local e histórico en el que se da la acción, representativo de una relación de poder manifestada en la arquitectura.

Chippendale, el barrio donde se encuentra esta casa, es un barrio con unos 200 años de historia cuyo nombre viene de un tal William Chippendale, que recibió las tierras hacia el 1819. Al principio era una zona de cultivo y agraria hasta que poco a poco, con el tiempo, los solares se fueron dividiendo y pasando por varias manos.

Con la llegada de la industria, una de las empresas relevantes a establecerse en el barrio fue la cervecería de John Tooth y Charles Newnham que más tarde se convirtió en la "Carlton and United Brewing Company". Esta empresa atrajo varias empresas y con ellas, la construcción de varias casas por los trabajadores empezando a formar el tejido residencial del barrio. Se trata de casas adosadas de ladrillo (producido en Sídney) con unas dimensiones muy reducidas que ya en aquella época sacaron de quicio a las clases gobernantes debido a las pobres condiciones de vida que otorgaban a los ocupantes.

Aun así, la industria siguió creciendo y cambiando hasta incluir el procesamiento de comida, industria de metales pesados ​​e ingeniería entre otros. Todo ello especialmente facilidad con la llegada de la infraestructura ferroviaria -con la famosa estación Mortuoria que recibía todos los trabajadores que morían en las minas-, junto con la llegada de las universidades en la zona.

Durante muchos años Chippendale siguió creciendo mientras se seguían construyendo casas pequeñas y baratas que a menudo no cumplían con las mínimas dimensiones establecidas pero que acababan aprobando gracias a los contactos de las inmobiliarias con ciertos miembros de poder.

No es de extrañar que Chippendale se convirtiera en un reducto de la clase trabajadora durante décadas que fue incluyendo gente de diferentes procedencias desde los Anglo-Célticos, italianos, griegos, libaneses y vietnamitas mientras iban llenando las fábricas de trabajadores.

Hacia 1970, la zona comenzó a atraer a gente joven que estudiaba en la universidad de Sídney, que fue seguida por la University of Technology y la University of Notre Dame Australia. Poco a poco esto fue generando un tejido de gente joven y educada en la zona. Con la llegada de las universidades, coincide la relocalización de la industria hacia las afueras de la ciudad.

Yo mismo presencié el final del último gran cambio en Chippendale hacia el 2012-2013. El plan urbanístico denominado "Central Park" venía propuesto desde 2007 para una "renovación" del barrio que incluiría 255,000 metros cuadrados de espacio para oficinas y vivienda. Nombrar el plan con el nombre de un "parque" y utilizar la palabra "renovación" es un ejemplo perfecto de la manipulación lingüística utilizada para llenar de contenido un nuevo continente sin que haya un juicio propio de los hechos antes de formarse 'n una opinión. Aquí es donde viene la parte interesante de una receta urbanística de copiar y pegar que seguro que os suena a todos ...

Para poder llevar a cabo tal magnitud de las obras sin haber de tener en cuenta la opinión y el voto de los ciudadanos de la ciudad de Sídney, el gobierno australiano del Estado de New South Wales declaró Chippendale "zona de interés estatal ". Cuando esto ocurre, la normativa que regula los solares cambia y básicamente el gobierno de la ciudad de Sídney no tiene nada que decir en términos de alturas máximas de edificios, densidad ... todo el proyecto se organiza y se aprueba diciembre del Estado. Definitivamente un "saber hacer" de la política australiana que recuerda a experiencias pasadas a Chippendale comentadas previamente en este artículo.

La reacción de la ciudad de Sídney fue la de intentar proteger su patrimonio arquitectónico mediante la implantación de normativas proteccionistas al tejido urbanístico de Chippendale; una serie de medidas que llegaban tarde y que fueron útiles hasta cierto punto con el fin de asegurar por ejemplo la preservación de la llamada cervecería pero que, en la práctica, no tuvieron tantos efectos positivos sobre la ciudadanía como explicaremos más adelante. Al fin y al cabo, una forma de la ciudad de mostrar públicamente su posición política al respecto, pero completamente desligada de todo poder fáctico. Un grito al viento.

Durante las obras, que representaron un cambio de escala inmenso en el barrio, la empresa inmobiliaria financió las fiestas del barrio con conciertos al aire libre, se incluyó un proyecto de un arquitecto internacional (Jean Nouvel) al tiempo que el tejido más antiguo del barrio se fue llenando de pequeñas galerías de arte; la población del barrio se duplicó desde 2011 hasta 2016.

Obviamente las fiestas se acabaron con la finalización del último edificio del nuevo plan. No sólo eso, sino que, con la renovación de la zona, la nueva clase dominante en el barrio son mayoritariamente estudiantes extranjeros con un gran componente asiático que pagan entre veinte y cincuenta mil dólares al año para estudiar en las universidades. El negocio de la educación en Australia, fuertemente soportado por las elevadas facturas a los estudiantes internacionales es uno de los motores de la economía australiana. A menudo se pueden ver varios modelos de los últimos coches deportivos por las calles del barrio de Chippendale.

No es casualidad que la galería de arte más importante del barrio, la White Rabbit, sea una de las galerías más grandes del mundo especializada en arte moderno chino; arte que es a menudo crítico con el régimen y que por otro lado no tendría salida en el mercado chino.

La propietaria de esta galería de entrada gratuita es la conocida multimillonaria, coleccionista de arte y filántropa Judith Neilson, quien ha invertido más de 100 millones de dólares en proyectos de reformas y renovaciones en el barrio entre los que se encuentran la White Rabbit, el nuevo edificio para representaciones artísticas y actuaciones en su casa. Todas estas operaciones han ido dando salida a la vida social del barrio y dotándolo de herramientas para apreciar cierta sensibilidad artística.

En realidad, es de las mejores cosas que han podido pasar en el barrio; ante la falta de intervención estatal en proyectos públicos de relevancia, se necesitan más Judith en los barrios. Sin embargo, la imagen al ver una persona colgada para limpiar los cristales de casa de esta señora, valorada en casi 15 millones de dólares y construida junto a una de las clases de trabajadores, pequeña y hecha de ladrillo, no deja de ser la representación de una desigualdad dominante en toda la historia del barrio.

Como crítica profesional, todos los proyectos que ha hecho esta señora han tenido iniciativa privada y, por lo tanto, a pesar de tener cierto carácter público, se han diseñado sin hacer ningún concurso público abierto a todos los arquitectos y por tanto perpetrando el estatus quo de poderes en el sector de la arquitectura; un hecho que sería impensable en proyectos de carácter similar en Europa.

Del mismo modo la escala social en el barrio también ha parado. A pesar de los cambios la gente que ha vivido toda la vida sigue en una situación de semi-precariedad donde la única manera de beneficiarse realmente de los cambios en su barrio se vendió la propiedad una vez revalorizada y marchar.

Curiosamente en la misma calle donde vive la Judith, O'Connor Street, estoy diseñando la reforma de una de estas casas adosadas. Mi cliente, el Bruno Alcazar, se hijo de emigrantes españoles de una ola de españoles que llegaron hacia 1980. Su padre trabajó de constructor en Sídney durante muchos años, sobre todo embaldosar el suelo en las obras. En Bruno siempre explica orgulloso como su padre colaboró ​​en poner los mosaicos de pavés que hay en el suelo que rodea la Opera House. En Bruno compró esta casa hace muchos años, cuando el barrio todavía era un foco de precariedad social y delincuencia.

Integrarse en la sociedad australiana cuando llegó con 17 años no fue nada fácil; aun así, después de trabajar muchos años poniendo y vendiendo baldosas cerámicas con su padre; durante los años fue haciéndose un lugar en diferentes empresas y ahora trabaja de administrador de proyectos en la empresa IBM en una posición bastante explotada y no muy bien remunerado. Ahora, cerca de su retiro, él y su pareja Andrés, de procedencia chilena, se quieren reformar la casa donde viven ya que es muy pequeña (60 metros cuadrados) y está llena de grietas. Su presupuesto de 300,000 dólares es un juego de niños cuando se compara con el de Judit, situada a unos cincuenta metros de distancia.

Es curioso como aquí la normativa proteccionista implementada por la ciudad de Sídney en defensa del patrimonio de Chippendale entra con una jugada que otra vez no parece intuitiva. La casa pertenece a una zona denominada de conservación urbanística; es normal que la ciudad quiera preservar la riqueza urbanística original del barrio y, por lo tanto, estas casas de ladrillo deban cumplir una serie de normativas de preservación que básicamente reducen la capacidad de extensión en volumen y de expresión en el diseño. Parece que de repente la ciudad quiere hacer suya la memoria de las clases obreras, pero al fin, no se trata de nada más que una apropiación estética para poder contar la historia con un decorado de fondo, pero sin una fase de justicia real o de reparación. Esta vez se utiliza la estética, en vez del lenguaje, para construir un decorado sobre el que se narra una nueva historia que se apropia del pasado para validarse en el presente.

Bruno y Judit se cruzan de vez en cuando si salen a pasear al perro. Él la sabe reconocer por la belleza de sus dos perros; nunca ha tenido la ocasión de hablar con ella.

Los Frasers Property Australia, la empresa inmobiliaria promotora de la gran parte de los cambios a Chippendale en el proyecto de "renovación" generó 4.792 millones de dólares de beneficios sólo el 2019.

Victor O. Alcami, arquitecto. Corresponsal del COAC en Sydney, Australia. Diciembre 2020

 

City of Sydney: Chippendale, Population and dwellings

Dictionaryofsydney.org, “Chippendale”, Shirley Fitzerald, 2008

Frasers Property: “Financial Information – Five year Summary” 2015-2019

Property Observer: “Judith Neilson unveils her sculptural $14.75 million residential warehouse wonderland to enliven Chippendale” Jonathan Chancellor, Jun 18,2012

Financial Review: “First look at Phoenix, Judith Neilson’s new art and performance space” Stephen Todd, Jul 29, 2020

Financial Review: “Queen of Chippendale: How Judith Neilson spent $100 million on property in one suburb”, Ingrid Fuary-Wagner, Oct 18, 2018

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'Clean my window, please'

Revista de Corresponsals: 'Clean my window, please' (Austràlia)

© Victor O. Alcami

El principi d’aquest article comença amb la visita d’una empresa de neteja a unes de les cases del barri de Chippendale. La seqüència en les imatges és clara, un empleat penjat a la paret neteja els vidres d’una casa. Tot semblaria fins a cert punt normal si no fos pel context local i històric en el que es dona l’acció, representatiu d’una relació de poder manifestada en l’arquitectura.

Chippendale, el barri on es troba questa casa, és un barri amb uns 200 anys d’història el nom del qual ve d’un tal William Chippendale, que va rebre les terres cap al 1819. Al principi era una zona de conreu i agrària fins que poc a poc, amb el temps, els solars es van anar dividint i passant per vàries mans.

Amb l’arribada de la indústria, una de les empreses rellevants a establir-se en el barri va ser la cerveseria de John Tooth i Charles Newnham que més tard es va convertir en la “Carlton and United Brewing Company”. Aquesta empresa va atraure vàries empreses i amb elles, la construcció de vàries cases pels treballadors començant a formar el teixit residencial del barri. Es tracta de cases adossades de maó (produït a Sydney) amb unes mides molt reduïdes que ja en aquella època van treure de polleguera a les classes governants degut a les pobres condicions de vida que atorgaven als ocupants.

Tot i així, la indústria va seguir creixent i canviant fins a incloure el processament de menjar, indústria de metalls pesats i enginyeria entre d’altres. Tot això especialment facilitat amb l’arribada de la infraestructura ferroviària  -amb la famosa estació Mortuòria que rebia tots els treballadors que morien a les mines-, juntament amb l’arribada de les universitats a la zona.

Durant molts anys Chippendale va seguir creixent mentre s’hi seguien construint cases petites i barates que sovint no complien amb les mínimes dimensions establertes però que s’acabaven aprovant gràcies als contactes de les immobiliàries amb certs membres de poder.

No és d’estranyar que Chippendale es convertís en un reducte de la classe treballadora durant dècades que va anar incloent gent de diferents procedències des dels Anglo-Cèltics, italians, grecs, libanesos i vietnamites mentre anaven omplint les fàbriques de treballadors.

Cap al 1970, la zona va començar a atreure a gent jove que estudiava a la universitat de Sydney, que va ser seguida per la University of Technology i la University of Notre Dame Australia. Poc a poc això va anar generant un teixit de gent jove i educada a la zona. Amb l’arribada de les universitats, coincideix la re-localització de la indústria cap als afores de la ciutat.

Jo mateix vaig presenciar el final de l’últim gran canvi a Chippendale cap al 2012-2013. El pla urbanístic anomenat “Central Park” venia proposat des del 2007 per a una “renovació” del barri que inclouria 255,000 metres quadrats d’espai per a oficines i habitatge. Anomenar el pla amb el nom d’un “parc” i utilitzar la paraula “renovació” és un exemple perfecte de la manipulació lingüística utilitzada per a omplir de contingut un nou continent sense que hi hagi un judici propi dels fets abans de formar-se’n una opinió. Aquí es on ve la part interessant d’una recepta urbanística de copiar i enganxar que segur que us sona a tots...

Per poder dur a terme tal magnitud de les obres sense haver de tenir en compte l’opinió i el vot dels ciutadans de la ciutat de Sydney, el govern australià de l’Estat de New South Wales va declarar Chippendale “zona d’interès estatal”. Quan això passa, la normativa que regula els solars canvia i bàsicament el govern de la ciutat de Sydney no té res a dir en termes d’alçades màximes d’edificis, densitat... tot el projecte s’organitza i s’aprova des de l’Estat. Definitivament un “savoir-faire” de la política australiana que recorda a experiències passades a Chippendale comentades prèviament en aquest article.

La reacció de la ciutat de Sydney va ser la d’intentar protegir el seu patrimoni arquitectònic mitjançant la implantació de normatives proteccionistes al teixit urbanístic de Chippendale; una sèrie de mesures que arribaven tard i que van ser útils fins a cert punt per tal d’assegurar per exemple la preservació de la anomenada cerveseria però que a la pràctica, no van tenir tants efectes positius sobre la ciutadania com explicarem mes endavant. Al cap i a la fi, una forma de la ciutat de mostrar públicament la seva posició política al respecte, però completament deslligada de tot poder fàctic. Un crit al vent.

Durant les obres, que van representar un canvi d’escala immens al barri, l’empresa immobiliària va finançar les festes del barri amb concerts a l’aire lliure, es va incloure un projecte d’un arquitecte internacional (Jean Nouvel) alhora que el teixit més antic del barri es va anar omplint de petites galeries d’art; la població del barri es va duplicar des de 2011 fins al 2016.

Òbviament les festes es van acabar amb la finalització de l’últim edifici del nou pla. No només això, sinó que amb la renovació de la zona, la nova classe dominant al barri són majoritàriament estudiants estrangers amb un gran component asiàtic que paguen entre vint i cinquanta mil dòlars l’any per a estudiar a les universitats. El negoci de l’educació a Austràlia, fortament suportat per les elevades factures als estudiants internacionals és un dels motors de l’economia Australiana. Sovint es poden veure varis models dels últims cotxes esportius pels carrers del barri de Chippendale.

No és casualitat que la galeria d’art més important del barri, la White Rabbit, sigui una de les galeries més grans del món especialitzada en art modern Xinès; art que és sovint crític amb el règim i que d’altra banda no tindria sortida en el mercat xinès.

La propietària d’aquesta galeria d’entrada gratuïta és la coneguda multimilionària, col·leccionista d’art i filantropa Judith Neilson, qui ha invertit més de 100 milions de dòlars en projectes de reformes i renovacions al barri entre els que es troben la White Rabbit, el nou edifici per a representacions artístiques i actuacions a casa seva. Totes aquestes operacions han anat donant sortida a la vida social del barri i dotant-lo d’eines per a apreciar certa sensibilitat artística.

En realitat és de les millors coses que han pogut passar al barri; davant la falta d’intervenció estatal en projectes públics de rellevància, es necessiten més Judiths als barris. Tot i així, la imatge al veure una persona penjada per a netejar els vidres de casa d’aquesta senyora, valorada en gairebé 15 milions de dòlars i construïda al costat d’una de les classes de treballadors, petita i feta de maó, no deixa de ser la representació d’una desigualtat dominant en tota la història del barri.

Com a crítica professional, tots els projectes que ha fet aquesta senyora han tingut iniciativa privada i per tant, malgrat de tenir cert caràcter públic, s’han dissenyat sense fer cap concurs públic obert a tots els arquitectes i per tant perpetrant l’estatus quo de poders en el sector de l’arquitectura; un fet que seria impensable en projectes de caràcter similar a Europa.

De la mateixa manera l’escala social en el barri també ha parat. A pesar dels canvis la gent que hi ha viscut tota la vida segueix en una situació de semi-precarietat on l’única manera de beneficiar-se realment dels canvis al seu barri es vendre la propietat un cop revalorada i marxar.

Curiosament al mateix carrer on viu la Judith, O’Connor Street, estic dissenyant la reforma d’una d’aquestes cases adossades. El meu client, el Bruno Alcazar, es fill d’emigrants espanyols d’una onada d’espanyols que van arribar cap al 1980. El seu pare va treballar de constructor a Sydney durant molts anys, sobretot enrajolant el terra a les obres. En Bruno sempre explica orgullós com el seu pare va col·laborar en posar els mosaics de pavès que hi ha al terra que rodeja l’Opera House. En Bruno va comprar aquesta casa fa molts anys, quan el barri encara era un focus de precarietat social i delinqüència.

Integrar-se en la societat Australiana quan va arribar amb 17 anys no va ser gens fàcil; tot i així, després de treballar molts anys posant i venent rajoles ceràmiques amb el seu pare; durant els anys va anar fent-se un lloc en diferents empreses i ara treballa d’administrador de projectes a l’empresa IBM en una posició força explotada i no massa ben remunerada. Ara, prop de la seva jubilació, ell i la seva parella l’Andrés, de procedència xilena, es volen reformar la casa on viuen ja que és molt petita (60 metres quadrats) i està plena d’esquerdes. El seu pressupost de 300,000 dòlars es un joc de nens quan es compara amb el de la Judit, situada a uns cinquanta metres de distància.

És curiós com aquí la normativa proteccionista implementada per la ciutat de Sydney en defensa del patrimoni de Chippendale entra amb una jugada que altra cop no sembla intuïtiva. La casa pertany a una zona denominada de conservació urbanística; és normal que la ciutat vulgui preservar la riquesa urbanística original del barri i per tant, aquestes cases de maó, hagin de complir una sèrie de normatives de preservació que bàsicament redueixen la capacitat d’extensió en volum i d’expressió en el disseny. Sembla que de cop i volta la ciutat vol fer seva la memòria de les classes obreres però a la fi, no es tracta de res més que una apropiació estètica per a poder explicar la història amb un decorat de fons però sense una fase de justícia real o de reparació. Aquesta vegada s’utilitza l’estètica, en comptes del llenguatge, per a construir un decorat sobre el que es narra una nova història que s’apropia del passat per a validar-se en el present.

En Bruno i la Judit es creuen de tant en tant quan surten a passejar el gos. Ell la sap reconèixer per la bellesa dels seus dos gossos; mai ha tingut la ocasió de parlar amb ella.

Els Frasers Property Australia, l’empresa immobiliària promotora de la gran part dels canvis a Chippendale en el projecte de “renovació” va generar 4,792 milions de dòlars de beneficis només al 2019.

Victor O. Alcami, arquitecte. Corresponsal del COAC a Sydney, Austràlia. Desembre 2020

 

City of Sydney: Chippendale, Population and dwellings

Dictionaryofsydney.org, “Chippendale”, Shirley Fitzerald, 2008

Frasers Property: “Financial Information – Five year Summary” 2015-2019

Property Observer: “Judith Neilson unveils her sculptural $14.75 million residential warehouse wonderland to enliven Chippendale” Jonathan Chancellor, Jun 18,2012

Financial Review: “First look at Phoenix, Judith Neilson’s new art and performance space” Stephen Todd, Jul 29, 2020

Financial Review: “Queen of Chippendale: How Judith Neilson spent $100 million on property in one suburb”, Ingrid Fuary-Wagner, Oct 18, 2018

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Revista de corresponsals: Repensant l'estil de vida a Toronto

© Col·legi d'Arquitectes de Catalunya (COAC)

Toronto és la ciutat més poblada de Canadà amb gairebé 2,97 milions d’habitants (sense comptar l'àrea metropolitana) 1 i la quarta més poblada de tot Nord-Amèrica 2. Amb la situació actual de la pandèmia Covid-19, els ciutadans han començat a replantejar-se el seu estil de vida per adaptar-se a la nova normalitat.

Canadà és un país nou, comparat amb els que trobem a Europa, el vell continent. La immensa superfície de Canadà permet que els nuclis urbans es desenvolupin a baixa densitat i que les ciutats siguin molt extenses. És per això que el model urbà que trobem a Toronto és de ciutat americana: una ciutat dispersa on el centre (downtown) és bàsicament financer i la majoria de residències es troben a la perifèria i estan connectades amb el centre mitjançant eixos principals de circulació i comerç.

Hi ha dues tipologies d’habitatge completament oposades: mentre que a les zones suburbanes de baixa densitat es troben els habitatges unifamiliars, al centre i als eixos principals trobem condominis de gran alçada. Aquesta diferència de tipologia canvia radicalment d’un carrer a l’altre, sense ser gradual, característica de Toronto que sobta i atrau a la vegada als seus ciutadans i als turistes que visiten la ciutat. Les famílies prefereixen en general buscar una casa amb jardí en barris residencials que ofereixen tranquil·litat, parcs i vegetació i seguretat per criar als seus fills. Els joves professionals i joves expatriats, en contra, acostumen a instal·lar-se en apartaments a ‘downtown’, a prop de l’oficina on treballen, de l’oci nocturn i de les àrees d’entreteniment.

Les empreses i oficines també estan instal·lades als gratacels però la majoria localitzats al ‘downtown’. Així doncs, la ciutat de Toronto no és una ciutat mixta com les que coneixem a Europa, on habitatge, oficines i comerç conviuen formant un teixit urbà més dens. Aquest tipus d’urbanisme, juntament amb el clima extrem a l’hivern, fa que l’estil de vida giri majoritàriament al voltant del transport, tant públic com privat. Els ciutadans que viuen a les zones residencials han d’agafar el cotxe per la majoria d’activitats: des de desplaçar-se fins a la feina fins a anar a comprar, ja que els supermercats acostumen a estar situats a parcs comercials degut a la gran dimensió que tenen. Un dels problemes que té Toronto és la falta d’un bon sistema de transport públic. Només hi ha 2 línies de metro que connecten  la perifèria de Toronto amb el centre, generant grans cues a l’hora d’entrar als vagons i retards en els trens, situació que s’agreuja quan neva a la ciutat. Aquesta falta d’un eficaç transport públic, ocasiona que més gent esculli moure's en transport privat abans que en públic.

Les ciutats compactes són més sostenibles ja que els habitants necessiten recórrer menys quilòmetres per als seus desplaçaments diaris 3. Però amb la situació de la Covid-19, a Toronto, com a la resta del món, el teletreball s’ha imposat a la vida diària. Els treballadors  ja no s’han de desplaçar al centre per anar a la feina. La gent vol evitar anar a grans centres comercials i supermercats. Els eixos comercials que es puguin trobar a prop de les zones residencials estan agafant popularitat, encara que siguin carrers curts amb pocs comerços però on s’hi pot trobar tot allò essencial. Amb tot això, estem veient que els ciutadans, i no només a Toronto sinó que també a Catalunya i a Espanya, prefereixen establir-se a les zones suburbanes amb menys densitat, menys aglomeracions i més a prop de zones verdes.

Així doncs, la ciutat dispersa està guanyant encara més adeptes però prenent més consciència del comerç pròxim i local. Els desplaçaments queden reduïts i les activitats exteriors es produeixen als voltants immediats. El centre financer de Toronto està molt més buit de l’habitual. Sembla que l’estil de vida a les zones suburbanes preval als nuclis urbans densos i mixtes. Que les cases unifamiliars als afores pugen de valor i els apartaments a condominis baixen. I que aquest estil de vida perdurarà en el futur, potser per a millor.

Eva Sanllehi Ortin, arquitecta. Corresponsal del COAC a Toronto, Canadà. Desembre 2020

 

1 http://data.un.org/

2 https://en.wikipedia.org/wiki/Toronto

3 https://www.sostenible.cat/noticia/les-ciutats-compactes-son-mes-sostenibles-que-les-disperses

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Fotografia d'un carrer de França

Revista de Corresponsales: Impactos del COVID-19 en el colectivo de arquitectos en Francia

© Marina Daviu

¿De qué manera se han adaptado los despachos de arquitectura en la crisis sanitaria? ¿A qué dificultades y pruebas se han tenido que afrontar? ¿Qué oportunidades y desafíos hay para los arquitectos post-Covid19?

Como toda epidemia, la actual ha relevado fuertes vacíos entre la organización de la ciudad y la sociedad que lo ocupa. Como toda epidemia, ciertas ideas obsoletas hacia la arquitectura y nuevas ideas para el futuro de las ciudades se aceleran y toman forma. Cuestiones como la ventilación natural, los espacios mínimos habitables, el espacio público para peatones y bicicletas, la ciudad de los 15 minutos, se convierten en una prioridad política para evitar contagios. En un momento marcado por la imposición de un segundo confinamiento decretado por el estado francés, es aún temprano para responder a todas las dudas que provoca esta crisis sanitaria, pero no son pocas las consecuencias ya visibles para el colectivo de arquitectos.

 

Estamos pasando un segundo confinamiento, menos restrictivo, aunque los comercios, sector de restauración, ocio, cultura y deporte están cerrados, el gobierno ha pedido expresamente que las actividades relacionadas con la construcción no se paren y con ellas los estudios de arquitectura y otras especialidades asociadas. En este sentido, el segundo confinamiento que estamos pasando es menos problemático para el sector, no sólo por la continuidad en la construcción sino también para la continuidad del funcionamiento de la administración. Así, todos los procesos de permisos de obra e instancias públicas continúan con un ritmo que debería ser "normal". Aunque es muy pronto para evaluar si las consecuencias son más importantes.

Primeros impactos, primero confinamiento: Conseil Régional de la Ordre des arquitectos del Ile de France, así como otros consejos regionales como la Orden del Pays de la Loire han publicado, en septiembre 2020, los primeros resultados de la encuesta realizada entre el 28 abril y el 11 de mayo para evaluar el impacto del primer confinamiento. La encuesta consta de más de 900 respuestas y lleva sobre la actividad, las obras, los cargos profesionales, la tesorería, los salarios, etc ... en definitiva, la situación general de los arquitectos y de los despachos de arquitectura de la región de París durante el confinamiento. De una manera general, se constata una bajada de actividad casi total en las obras, con fuertes dificultades de reactivación por causa de los suministros de todas las medidas de protección impuestas por el estado. Por otra parte, se constata la generalización del teletrabajo con más de un 50% de la actividad mantenida y con períodos de formación intensificados. Más de un 70% de arquitectos han cursado una formación gratuita a distancia durante el primer periodo de confinamiento. La situación de los trabajadores con contrato no se ha visto impactada, ya que los dispositivos de los ERTE o las vacaciones anticipadas han permitido mantener los puestos de trabajo, pero de una manera general, se espera que las consecuencias se verán más directamente a lo largo del próximo año.

La administración ha jugado un papel importante en cuanto al bloqueo de los visados ​​y otros procedimientos como el bloqueo total de los jurados de concursos y otros procedimientos, inmovilizando y retrasando las entregas y por consecuencia retrasando y alargando el tiempo del proyecto y las facturaciones. Desde el punto de vista del pedido privada, las obras inicialmente previstas durante la primavera se han mantenido más que las obras públicas, aunque no ocurre lo mismo con las obras de reforma de las copropiedades (comunidades de vecinos), por las que las asambleas han sido aplazadas mayoritariamente a finales de año. En consecuencia, las votaciones para la realización de obras o estudios previos han sido igualmente bloqueadas durante meses, debilitando el tejido económico ligado a las obras de las comunidades.


Por otra parte, el informe del Consejo de Arquitectos de Europa (CAE) confirma una tendencia divergente para los diferentes países de la unión europea. El suministro de materiales y las nuevas medidas sanitarias han representado el obstáculo más importante para la activación de la recuperación generalmente en todos los países, pero la paralización no ha sido la misma para todos. De manera general el impacto de los retrasos en los pagos (o claramente no-pagos) por causa de la pérdida de intensidad es una consecuencia generalizada en los despachos de arquitectura de todos los países de la Unión Europea. En la mayor parte de los países, los gobiernos han tomado medidas para apoyar las pequeñas y medianas empresas o los trabajadores independientes que encuentran dificultades económicas. Podemos destacar la reducción o aplazamiento de los pagos de los impuestos (IVA, seguridad social ...), la contribución a los asalariados en caso de trabajo parcial o si la empresa está sometida a una bajada de ingresos, los préstamos garantizados por el estado y facilidades de crédito, los fondos de solidaridad para las pequeñas y medianas empresas e independientes y finalmente medidas de adaptación de las licitaciones públicas entre otros. A pesar de estas medidas, el impacto del COVID en la profesión durante el primer periodo de confinamiento ha sido consecuente, con un 50% de reducción de actividad en los despachos de arquitectura según el Unsfa (Union nationale des syndicates français de arquitectos). Actualmente estamos atravesando un segundo confinamiento, menos restrictivo que el primero, pero la avalancha de publicaciones y alertas a la prensa de la situación crítica que pasan muchos despachos de arquitectura no se puede obviar. Los pedidos públicos se han reducido fuertemente, no sólo por la coyuntura ligada al virus sino por la destrucción progresiva de los pedidos públicos hacia montajes de tipo privado como los "partenariados público privé" (alianzas públicas y privadas) o las licitaciones de tipo "reinventar" (concursos en suelo público de promoción y explotación privada y no remunerada, inédito hasta hace poco en Francia). Como dice el artículo de Marie Crabié en la revista tema.archi del del 27 de noviembre, "el arquitecto lamenta así la "quiebra del poder público" que hace caer más que nunca desde el inicio de la crisis muchos despachos en una situación de precariedad".

Más allá de las consecuencias directas del confinamiento en la actividad de los despachos, esta crisis ha abierto las puertas a volver a cuestionar la profesión del arquitecto a largo plazo y cuestionar la idoneidad de las prácticas en la arquitectura y el urbanismo de las últimas décadas de acuerdo con las necesidades actuales y futuras de la sociedad. La crisis ha abierto el diálogo y resituado las prioridades de acción con las perspectivas sociales, medioambientales y sanitarias como punto de partida.

 

El primer confinamiento ha sido una situación inédita para la historia reciente, provocando situaciones personales extremas de soledad y aislamiento. Esta situación provoca una ola de acciones ligadas al comunitarismo, tan deseado en la era de las vanguardias. La proximidad con la familia y la posibilidad de reencontrarse con uno mismo durante un período largo ha sido el terreno de cultivo de nuevas ideas para construir un futuro mejor, dejando pensar que desde ese momento se podía hacer un "reset" mundial y repensar como el hombre ocupará un mundo de mañana mejor.

 

El Pabellón del Arsenal ha imaginado, desde mediados de abril hasta finales de junio, un foro para invitar a los profesionales del sector a intercambiar sus propuestas, ¿con el título “te demain donde fait qué?" (¿Y mañana que haremos?). El proyecto nace con la idea de crear un espacio de discusión para los expertos en materia urbana (arquitectos, urbanistas, paisajistas, asociaciones, ingenieros, promotores inmobiliarios, sociólogos, filósofos, ...) partiendo del principio de que el "mañana" sería diferente que el “hoy” y que la crisis sanitaria es reveladora de las funcionalidades equivocadas en las ciudades y el modo de proyectarla. La recopilación de las 198 contribuciones para pensar la ciudad se concluye con un libro editado por el Pavillon del Arsenal que recoge la colección de artículos, dibujos y proyectos clasificados cronológicamente y sin filtro, como testimonio de un contexto muy particular. Cuestiones tales como la solidaridad y el desafío climático se conjugan a las cuestiones de proximidad de espacios y de tiempo. Cuestiones de la vida metropolitana que habíamos olvidado en los últimos decenios con la globalización, borrando todas las distancias con el otro y con el mundo.

 

Mientras el debate público se interesa en el “mundo de después” y con la perspectiva de un tercer confinamiento, la cuestión para los despachos de arquitectura franceses es cómo afrontarán la situación, ¿qué resiliencia mostrarán? La resiliencia, definida como "una nueva evolución que surge tras un traumatismo" según el escritor Boris Cyrulnik, pasará por una reinvención de la profesión, probablemente aún más importante que la que pasaron los despachos de arquitectura catalanes durante el decenio pasado.

Como bien explica el artículo de tema.archi citado más arriba, por el arquitecto, las respuestas a la crisis deben ser múltiples: concebir edificios reversibles, intemporales, con principios de construcción simples, capaces de adaptarse al cambio de las estaciones, climas y crisis. Conciliar la naturaleza con la arquitectura, considerar la densidad como una calidad en las ciudades o bien reequilibrar cuestiones de género para concebir juntos una arquitectura más humana serán entre otras, algunas de las temáticas de reinvención necesarias para continuar existiendo.

 

Marina Daviu, arquitecta. Corresponsal del COAC en París, Francia. diciembre 2020

 

 

 

 

 

 

 

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