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Gotemburgo, la ciudad del agua
Los datos pluviométricos de la ciudad de Gotemburgo, en la costa Oeste de Suecia, nos indican unas precipitaciones anuales de 790 mm, o sea 79 litros por metro cuadrado y año (1). Esta cifra representa poco más que los 64 litros de Barcelona y muy por debajo de los 180 litros de Santiago de Compostela, en Galicia. Es evidente que la frecuencia y la intensidad de lluvias son factores que junto con otros configuran el clima y el carácter de un lugar, y en este sentido es un hecho que los ciudadanos de Gotemburgo perciben la lluvia como parte intrínseca de la cultura y la identidad local.
Otro de los elementos que determinan el carácter de Gotemburgo es su puerto fluvial. La ciudad aún mantiene el liderazgo comercial entre los puertos escandinavos, pero la actividad portuaria se ha desplazado unos kilómetros al frente litoral. Quedan lejos los tiempos de esplendor en los que Gotemburgo era una de los principales astilleros y sede de compañías navales de referencia mundial. El antiguo paisaje portuario aún se respira el mismo centro de la ciudad, pero este permanece casi inactivo. En este contexto ya hace tiempo que la ciudad ha iniciado un proceso de reconversión del frente fluvial que dé respuesta al fenómeno de crecimiento urbano que se da en todo el país (2).
Con todo esto y en una época de aumento de la concentración urbana a nivel mundial (3) en la que los modelos de desarrollo tienden a parecerse independientemente de las características específicas del lugar donde se llevan a cabo. En un tiempo también donde las ciudades se posicionan diferenciándose del resto mediante la definición de su propia identidad, la ciudad de Gotemburgo, ha tenido a bien considerar el clima local no como una debilidad sino como un activo, todo poniendo en marcha la campaña:
"La mejor ciudad del mundo cuando llueve" (4)
Más allá de considerar el agua un elemento esencial del paisaje local, se asume la urgencia de gestionar adecuadamente. El impacto del cambio climático se traduce, a nivel local y a largo plazo, en escenarios de incremento del nivel del agua de hasta 2,8 metros. La ciudad también sufre inundaciones con frecuencia, producidas por un sistema de recogida de aguas obsoleto que no da respuesta a las condiciones actuales. La ciudad ha apostado pues para utilizar la gestión del agua como elemento clave de desarrollo sostenible y al mismo tiempo una oportunidad de transformación que convierta la ciudad de Gotemburgo en modelo de referencia para el resto del mundo en la aplicación de estrategias innovadoras relacionadas con esta gestión.
La campaña se inscribe en los actos conmemorativos de los 400 años desde la fundación de la ciudad, a celebrar el año 2021, y que se traduce en una serie de actos entre los que destaca la Conferencia Internacional Embrace the Water 2017 (5), organizada recientemente por la ciudad de Gotemburgo, conjuntamente con la IWA (Internationa Water Association), RISE (Instituto de Investigación de Suecia), y la Universidad de Chalmers entre otros.
La conferencia, celebrada en el mes de junio, ha sido un encuentro donde profesionales, investigadores y organizaciones de todo el mundo han presentado y debatido sus trabajos y experiencias sobre los retos y las oportunidades que representa la gestión del agua en entornos urbanos, especialmente desde la perspectiva de la Planificación. Uno de los enfoques principales ha sido la necesidad de trabajo interdisciplinario que permita encontrar soluciones que superen los métodos tradicionales de planificación y gestión del agua, y establezcan modelos más eficientes, regenerativos y resistentes al riesgo que pasen necesariamente por la integración de sistemas.
Las ponencias se han estructurado a partir de cuatro temáticas principales:
Agua para una ciudad atractiva
El agua en la planificación urbana para mejorar la habitabilidad y el bienestar de los ciudadanos.
Agua como elemento cualitativo en la ciudad. Diseño urbano sensible al agua, implementando soluciones de carácter verde y azul. Innovación en la gestión de aguas pluviales para ciudades cada vez más densas. Integrar la recogida de agua de drenaje y lluvia en la planificación urbana. Transformación de vías navegables y puertos. Tecnologías integradas para permitir el diseño y la gestión inteligentes urbanos.
Gestión de los futuros inciertos.
Planificar bajo la incertidumbre y la adaptación al cambio climático. Mejorar la capacidad de resistencia de las ciudades frente a las inundaciones, los riesgos de escasez de agua y las sequías. Evaluación y modelización de riesgos relacionados con el agua y las consecuencias de la inacción.
Ciudades de aguas regenerativas.
Planificación y diseño de servicios de agua regenerativos para uso sostenible de gestión de recursos hídricos (reutilización, recuperación de energía, aprovechamiento de aguas pluviales).
Planificación territorial para la integración del agua, los residuos, la energía y la agricultura. ¿Planificación urbana y la colaboración intersectorial?. La necesidad de tener un control transversal del agua en las ciudades, que implica todas las administraciones, empresas y sociedad civil relevantes.
Comunidad comprometida
La gestión del agua como herramienta para comunidad. Comunicación y educación social, programas de participación ciudadana, estrategias de aceptación, innovación y desarrollo apoyados por la comunidad.
Los tres días que duró la conferencia fueron una oportunidad interesante de escuchar y debatir con colegas y profesionales de otros ámbitos y disciplinas.
De todo lo que allí se habló y en relación con el objeto de este artículo, quiero destacar la ponencia de Kelly Shannon, de la Universidad de South California (6), en la que hizo una crítica explícita y se posicionó frente a las llamadas Best Practices (buenas prácticas profesionales) entendidas como soluciones estándares y tecnocráticas de planeamiento que a menudo no parten de las especificidades de un sitio, y que trasplantan soluciones sin considerar geografías, culturas o escaleras, poniendo en peligro la frágil relación entre los asentamientos urbanos y el agua. Kelly Shannon, como arquitecto de referencia en el que se ha llamado Water Urbanism, ejemplificó sus argumentos mediante tres de sus proyectos, en Los Ángeles, en Amberes y en Hanoi, poniendo de manifiesto la importancia de entender el contexto y la cultura local con el fin de establecer nuevas relaciones del agua y el lugar.
Gotemburgo se ha puesto como objetivo ser la mejor ciudad del mundo (también) cuando llueve, y el Jubileo del 2021 como fecha para hacerlo efectivo. Volveremos pues para disfrutar y aprender de su experiencia.
Joaquim Tarrasó, arquitecto. Corresponsal del COAC en Gotemburgo, Suecia
(1) https://en.wikipedia.org/wiki/Gothenburg#Climate
(2) https://www.arquitectes.cat/ca/mon/revista-corresponsals/escassegen-arquitectes-suecia
(3) http://datos.bancomundial.org/indicator/SP.URB.TOTL.IN.ZS?locations=SE
(4) http://www.goteborg2021.com/jubileumsprojekt/varldens-basta-stad-nar-det-regnar/
(5) http://www.embracethewater2017.com
(6) https://vimeo.com/222387338/f873390ca4